La Cotylorhiza tuberculata tiene muchos nombres, ninguno de ellos especialmente bonito: algunos la llaman huevo frito, otros aguacuajada, yo de pequeña la llamaba medusa coliflor o tortilla de patatas. Y es que muy buena pinta no tiene la pobre. Se trata de una medusa de tamaño mediano-grande (hasta 40 cm. de diámetro), fácilmente reconocible por su umbrela aplanada con una protuberancia superior más dura al tacto, la consabida "yema" del huevo, y los numerosos apéndices tentaculares con forma de botón, de llamativo color violeta.
La aguacuajada es una especie pelágica y te la puedes encontrar en cualquier parte, desde las orillas hasta mar abierto. Como todas las medusas, esta chica fluye con la corriente, pero tiene una importante capacidad de automoción, y es frecuente verla contraer y expandir la umbrela en un movimiento pulsátil bastante decidido... para ser una medusa, claro.
Una aguacuajada en solitario es hasta bonita. Dos, también. Diez ya empiezan a preocuparte. Tropecientas aguacuajadas dan, en el peor de los casos, un poco de dentera. Y es que el problema de esta medusa es que ha aumentado su presencia en el Mediterráneo de tal manera que se ha convertido en plaga, especialmente en aguas andaluzas y en el Mar Menor (Cartagena). En los años de mayor abundancia han llegado a juntarse cerca de 100 millones de individuos. Una medusa más y se caen fuera del agua.
En su día intentó restablecerse el equilibrio introduciendo al depredador natural de la medusa, la tortuga boba. En mi opinión, ¡un gran aliciente para los buceadores! El proyecto no funcionó ya que la masiva presencia de embarcaciones de recreo acabó matando a las pocas tortugas que flotaban por ahí, anonadadas por el festín de huevos fritos que se abría ante sus ojos. Hoy en día las plagas continúan, aunque en menor medida.
En su día intentó restablecerse el equilibrio introduciendo al depredador natural de la medusa, la tortuga boba. En mi opinión, ¡un gran aliciente para los buceadores! El proyecto no funcionó ya que la masiva presencia de embarcaciones de recreo acabó matando a las pocas tortugas que flotaban por ahí, anonadadas por el festín de huevos fritos que se abría ante sus ojos. Hoy en día las plagas continúan, aunque en menor medida.
¡Atención!: la medusa huevo frito no pica. Y doy fe de ello, ya que para demostrarlo mi padre solía ponerme a estos bichos por sombrero, con el consiguiente trauma infantil.