Ya sólo con echarles un vistazo podemos ver que esta medusa es de las que pican, y mucho. Cuántas veces hemos tenido que cambiar de punto de inmersión por estas pequeñas pero peligrosas medusillas, que revolotean alrededor de la zodiac como un enjambre de avispas. El neopreno no es garantía: bien puede picarte una en la cara o en cualquier zona descubierta y hacerte un bonito tatuaje.
Las pelagias son cnidarios pertenecientes a la familia de los scifozoos, de tamaño reducido (5-10 cm.), con forma de seta transparente, tonos rosado-violáceos y pintitas amarillentas. Poseen un complejo sistema de tentáculos, a saber: ocho tentáculos marginales (finos y largos), ocho órganos sensoriales, y cuatro tentáculos bucales o ropalias, con los que se ayudan a acercar alimento a la boca y que aveces se mueven de una manera bastante inquietante.
Sus cnidocitos son, como ya hemos dicho, altamente urticantes, y la mejor manera de tratar la picadura es con una solución de sulfato de magnesio. Si resulta que, vaya por dios, no lleváis sulfato de magnesio en el bolso... pues frío, vinagre, y a aguantarse.
Pese a ocupar hábitats pelágicos (de ahí su nombre), muchas veces se ven arrastradas a la línea de costa por el viento o las corrientes, y es habitual verlas aparecer después de los temporales. También son protagonistas de terribles plagas, producidas por la falta de depredadores (tortugas y atunes, que nosotros mismos nos hemos encargado de masacrar, qué listos somos), los vertidos de fertilizantes y aguas negras (también culpa nuestra ), el incremento de la temperatura global (ehem, ehem, no miro a nadie...) y las sequías, que hacen que disminuya el aporte de agua dulce en las costas.
Atención: ¿Queréis que os cuente algo bonito de esta medusa, para compensar tanta mala prensa? Por la noche es bioluminiscente. De hecho, "noctiluca" en castellano es sinónimo de luciérnaga: la luciérnaga del piélago.